Taxonomías y empatía

Cómo faltar el respeto con corrección política

Samanta Fink
11 min readAug 15, 2021

Este no es un planteo nuevo pero el público se renueva y la alienación enceguece, por lo que creo importante refrescar ciertas cuestiones y fenómenos que ocurren sin dar lugar a mucha reflexión, en cierta medida porque es es parte del asunto, y por otra porque no se ejercita el pensamiento crítico en general (de ahí el auge de contenidos de autoayuda y frases motivacionales que ofrecen una orientación sobre qué pensar).

Un ejemplo reciente de la taxonomización “empática” es la introducción de la X en el campo de sexo del DNI como alternativa al designio binario de l_s ciudadan_s. La categoría “X” implementada por los Estados de los países que se se ocuparon de ampliar este reconocimiento de derechos no deja de plantear el problema de la violencia de la taxonomización. Cuando el presidente de Argentina, Alberto Fernández, anunció la introducción de la “X” en el campo de sexo en el DNI argumentó que es la convención internacional que “comprende la autopercepción de género no binaria, indeterminada, indefinida, no especificada, no informada, auto percibida y no consignada”. Mientras, Valentine Machado recibía su DNI con su X correspondiente expresando que no es una X. El colectivo Todes con DNI propone la creación de un campo abierto para que la persona se identifique como prefiera.

Si bien Fernández rectificó que se trata de un avance, y en tanto tal renegar de ello es contraproducente, aquí es donde se cruzan los tiros del reconocimiento de los DDHH y el aparato burocrático del Estado como expresión pragmática y ejecutiva de la administración pública. Ese espacio problemático de la política donde se parte de una decisión tomada en función de una u otra ideología y luego se instrumenta en función de los dispositivos normativos vigentes que la hacen posible pero sobre todo: gestionable. Estamos hablando de la administración de la vida civil, es decir, su control. Y también de la agencia social y política en un plano más abstracto pero contundente: el plano semiótico donde lo que no se nombra no existe (no se pueden reconocer derechos al no poder concebirse, en principio, por su nomenclatura).

En términos de lo que puede hacerse de un análisis político, prefiero la mirada de Deleuze comprendiendo al Estado como un aparato represivo que coarta, somete, inmoviliza y aniquila el dinamismo vital inherente a lo real. Fundamentalmente porque el Estado está asociado a una sociedad disciplinaria (a esta altura no es necesario recordar que “la sociedad” no es atemporal ni ubicua, sino que hubo y hay sociedades organizadas diferentemente a lo largo de la historia) de hecho, cuando Deleuze habla de sociedad, se refiere a la capitalista. Además, el Estado no es en mismo, sino que lo entiende como relación social, como un aparato de captura (socius despótico). Sería necesario leer con cuidado filosófico esta acepción de Estado en Deleuze, ya que El Estado no es bueno o malo en sí mismo, sino que su evaluación exige consideraciones contextuales, vinculares y de perspectiva que permiten pensarlo en función de qué diferencias intensivas individúa, cuáles relaciones ideales y singularidades encarna en sus extensiones y cualidades actuales. Pero este no es solo un problema de filosofía política en relación a cómo el Estado opera para capturar, administrar, y controlar las subjetividades que integran una sociedad, sino que se trata de algo que hacemos como humanos para relacionarnos en el problemático proceso de identificación, y que encierra un obstáculo espistemológico y hermenéutico tan obvio como indetectable en la cotidianidad (incluso por las mentes más lúcidas): las lógicas incompatibles entre la diversidad humana y la categorización, y su intención.

“El diagnóstico no permite hacer una lectura del otr_” es lo que se sostiene desde el psicoanálisis y lo que en antropología se trabaja desde la perspectiva relativista cultural y el particularismo histórico que le debemos a este señor:

Franz Boas posando en USNM (Museo Nacional de Historia Natural) en la exposición titulada “Hamats’a coming out of secret room” circa 1895.

En cuanto al psicoanálisis, otro de los motivos por los que es tan resistido es que no pretende dar respuestas mágicas, ni tips o consejos rápidos para reencauzar a la persona a la maquinaria violenta de alienación capitalista conocida como “normalidad”. Sino que sirve de instancia para revincular al sujeto con su deseo mediante el reconocimiento y alojamiento de sus verdades (lo que cree y le mueve a hacer). En este esfuerzo, lo que más interesa y sirve para ayudar a las personas a llevar una mejor calidad de vida es la escucha en sus propios términos y, respecto del diagnóstico, usarlo como brújula y no como sentencia o mensaje esencialista a ser comunicado como “verdad absoluta” al analizante, ya que no solo es un trato violento sino que le aleja del camino hacia su bienestar. En psicoanálisis como en antropología se trabaja y tejen vínculos con y a través de la palabra. Por ese simple motivo, cuidar lo que se dice y cómo se dice importa tanto como elegir el método más adecuado para abordar un análisis.

El diagnóstico es una herramienta hermenéutica que ayuda a orientar un tratamiento o interpretación pero debe ser tratado con responsabilidad para que la taxonomización y las categorías de análisis que se elaboran no “se lleven puesto” al sujeto o a la comunidad que se analiza, por obvias razones:

  • La identidad es dinámica y está atravesada culturalmente
  • La intersubjetividad es compleja por definición: no es sin le otr_
  • La vida social está enmarcada histórica, social, y culturalmente

Tenemos un nivel de complejidad que tiende al infinito (por eso demarcar el objeto/sujeto de estudio en disciplinas humanísticas y sociales es clave para no perderse en el camino ni atropellar subjetividades).

Cómo faltar el respeto con corrección política

Se hizo y se continúa haciendo mucho por colonizar subjetivamente a los pueblos (si tienen problemas con el término “colonizar” hay sinónimos como: avasallar, violentar, aniquilar, y expresiones como “pasar por encima” o “llevarse puesto”) — pero pregúntense por qué tanta resistencia a hablar de colonización, probablemente eso les diga algo... Retomando, este esfuerzo destrcutivo es parte de la eficiente maquinaria de agencia social de los sectores neoliberales de una sociedad que imagina más facilmente el fin del mundo que el fin del sistema capitalista que nos “organiza” desde hace más de 200 años y que ha dado probadas muestras de fracaso— por más esfuerzo que se haga en negarlo — además de condenar a muerte a quienes no son parte de su sistema productivo, aunque les necesite para reproducise en el tiempo, son sujetos descartables (hola, Tinder). Y bueno, si para organizarnos socioeconómicamente ciertos sectores sociales tienen que pasar penurias para que unos pocos de beneficien, no sería un sistema muy amable y solo por eso deberíamos redoblar esfuerzos en pos del bien común y la igualdad de oportunidades.

Lo que ocupa este artículo es el ejercicio crítico de aflojar al menos algunos nudos que están tan apretados que dificulta ver los hilos de los que se puede tirar para ver cómo está hecha esta trama. Intentaré ir por partes. El mecanismo represivo que opera en esta dirección es el un terrorismo psicosocial punitivista que persigue, ataca, y segrega a las subjetividades en su diversidad en pos de la instalación de sistemas de creencias y cosmovisiones que favorecen el control social desde un lugar luminoso, blanco, positivo, condescendiente, en un halo de superioridad moral (de ética repudiable). Seres de luz que vibran alto y no dudan en señalar a otr_s como tóxic_s (concepto nazi si lo hay). Estas persecuciones operan a través de estos aspectos en los que profundizaré en un próximo artículo.

  • La empatía como arma de destrucción masiva de las subjetividades
  • El imperativo “positivista”
  • New Age y teorías evasionistas
  • Intolerancias blandas: así llamo a las intolerancias naturalizadas que se ejercen desde posiciones privilegiadas de clase, etnia, status, género, salud, etc.

La astrología como sistema de anulación de las alteridades

El sistema zodiacal que indica cómo sos sin contemplar tu historia personal y tu vida psíquica.

Resulta prácticamente imposible no pensar en la tensión entre Freud y su discípulo Jung cuando el psicoanálisis estaba en sus primeros momentos de desarrollo como disciplina de salud mental.

Mientras Freud cuestionaba la tendencia entre los psicoterapeutas del momento de tipificar y etiquetar a los pacientes a través del diagnóstico, pues sostenía que cada uno era distinto, y su padecimiento, único según cada caso concreto, Jung se dedicaba a elaborar arquetipos que precisamente ubicaban en un espectro de tipificaciones a los pacientes, en un esfuerzo por generalizar y predecir, en contraste a la particularización y exploración propuesta por Freud. Fue así que Jung no tardó en ser reconocido como el “psicólogo astrólogo” que en base al zodíaco elaboró sus arquetipos, sosteniendo que:

“La Astrología consiste en configuraciones simbólicas del inconsciente colectivo, que es el tópico principal de la psicología: los ‘planetas’ son los dioses, símbolos de los poderes del inconsciente”

A lo que Freud, en un llamado a la responsabilidad y ética profesional del psicoanálisis en formación, pidió en una de las cartas que intercambiaban:

“Estimado Jung, es imperioso apoyar la teoría del Inconsciente y abandonar el lodo del ocultismo.”

Ese abordaje de la salud mental desde el pensamiento mágico propuesto por Jung le costó su prestigio en la comunidad psicoanalítica siendo consecuentemente expulsado de Sociedad Psicoanalítica Internacional.

Ahora veamos punto por punto cómo la astrología y su sistema esencialista se lleva puestas las subjetividades anulando las alteridades:

  • La personalidad o el conjunto de rasgos que hacen a una persona única es el conjunto de aspectos psico-antropológicos que contemplan la crianza, con especial hincapié en la infancia temprana, la historia de vida y familiar, la cultura y la pertenencia comunitaria, la identidad, etc. Es una trama profunda y compleja que excede por mucho los límites de la lectura de las constelaciones como algo exógeno. Allí donde la energía de las configuraciones astrales pretenden explicar la personalidad es donde se halla lo más íntimo de la vida psicosocial de las personas.
  • La policía moral de la empatía se jacta de poseer una sensibilidad superior por el simple hecho de creer en la astrología, en contraste de quienes no adscriben a ella para interpretar su vida. Este tipo de punitivismo empático se lleva puesto que el marco de creencias de cada quién responde a sus referencias culturales y sus objetos de identificación.
  • Se sobresimplifica de la diversidad cultural y se incurre en la divulgación de discursos y elementos occidentalocéntricos. Tal como sucede con la tensión entre la medicina occidental y las medicinas alternativas. Acá cabe hacer un llamado al relativismo cultural.
  • Se contradice con la astronomía: el esquema de 12 signos zodiacales se basa en la distribución del mapa astral (la configuración de las estrellas en el cielo entendido por la astronomía) en un contexto histórico-social determinado que cambió considerablemente al día de hoy. Las estrellas también han cambiado de posición desde ese momento a la actualidad, alterando el mapa astral. Se puede profundizar en las incompatibilidades físicas de la astrología en este artículo de Alberto Rojo publicado en la Revista Anfibia. La disyuntiva entre la astrología y la astronomía discurre por otros caminos al problema herméutico de las alteridades pero sirve para pensar en la otra incompatibilidad: la de intentar explicar fenómenos socioculturales desde las “ciencias duras”.

El sesgo de confirmación y el efecto Forer/Barnum

Es que la palabra del Otr_ puede ser reconfortante y solemos darle una entidad demasiado poderosa a lo que los demás dicen de un_. “Si lo ve desde fuera seguramente tenga razón”. ¡Ah! La inútil búsqueda de una verdad absoluta en la objetividad.

Volvemos a lo de siempre: la necesidad de creer en algo, cualquier cosa que eso sea. Creer y dotar de un sentido a la vida proveniente de un discurso y conjunto de prácticas sistematizadas y legitimadas por alguien o una institución reconforta. Entonces, para equilibrar un poco el andamiaje argumental psicoanalítico traigo un par de nociones más “duras” de las TCC (terapias cognitivo-conductuales) — a las que no tengo un ápice de cariño por múltiples argumentos, siendo la deshumanización el primero y principal.

Sesgo de confirmación

El sesgo de confirmación es uno de los sesgos cognitivos que manifiesta la búsqueda y consideración selectiva de información que confirme lo que pensamos o creemos (queremos) pensar. Así, interpretamos tendenciosamente los datos que respalden nuestras pre-nociones. Es decir, no es más que un prejuicio cognitivo que incita a perseguir un acuerdo con nuestras creencias para evitar entrar en contradicción y, sobre todo, cuestionar nuestras ideas o creencias. Es un asesino silencioso del pensamiento crítico que habita en cada un_ de nosotr_s y que en función de las herramientas cognitivas, sensibles, y formativas de cada quién podrá ser más o menos “regulado”.

Efecto Forer/Barnum

El efecto Forer se sustenta en la esperanza, particularmente en relación al deseo de control de las personas. En eso, las personas tienden a aceptar afirmaciones acerca de ell_s mism_s según su deseo de que las afirmaciones sean verdad, dejando de lado el criterio de realidad empírica de dichas afirmaciones. En ejemplo es la tendencia a aceptar declaraciones cuestionables, incluso falsas acerca de nosotr_s mism_s, si las consideramos buenas o halagadoras. En esa necesidad de buscar sentido a nuestra vida y creer que somos amad_s o estimad_s, daremos interpretaciones a afirmaciones vagas o inconsistentes acerca de nosotr_s mism_s. Quienes buscan la palabra (que hable por ellos) de astrólog_s, tarotist_s, mediums, adivin_s, y demás agentes esotéricos (y comerciantes de la carencia simbólica) ignoran con ganas la posibilidad de contrastar las falacias y argumentos flojos de papeles que escuchan de estos.

El efecto Forer explica, desde las teorías cognitivas, por qué tant_s creen que el esoterismo “funciona” al dar con una lectura acertada de la personalidad.

Reflexiones finales

Pero rescatemos algunas cuestiones a tener en cuenta:

  • La categorización y taxonomización como práctica esencialista y limitante de las sujetividades no es ajena a la necesidad humana de creer en algo y dotar de sentido la realidad circundante. Nada nuevo, ya lo estudió el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss en El pensamiento salvaje (1962), pionero de la escuela estructuralista en antropología social cuyos aportes fueron claves en los estudios simbólico-religiosos y político-jurídicos en ciencias sociales y humanidades.
Acá en PDF por si les pinta leerlo.
  • Se puede hacer una religión de cualquier cosa, también de la ciencia. Invocar a la energía, Mercurio retrógrado, el Universo, o incluso el “Efecto Forer” o tal “teoría de…” provee un marco de seguridad por vías de legitimidad argumental según cada sistema simbólico (de creencias). Si el argumento está bien construido o no, si es o no científico no tiene nada que ver con lo que nos motiva a creer en él, ya que lo que estructura la creencia tiene una fuerte base identificatoria (irracional e inconsciente) con el corpus simbólico o conjunto de nociones a las que se confiere el poder de hablar por un_.
  • El problema concretamente está ubicado en un desequilibrio entre el objeto de creencia y la capacidad de pensamiento crítico. Hasta cuándo tomamos una idea para cuestionar y potenciar nuestra agencia analizándola y relativizando a partir de nuestra implicancia subjetiva en lo vemos de esa idea, o repetimos mantras y afirmaciones dichas por otr_s sin reparar en un análisis discursivo que podemos hacer en un intento por responsabilizarnos de nuestro lugar en el mundo.

La diferencia está entre hablar (que implica pensar críticamente) o ser hablado por otr_s. Ninguna de las dos alternativas implica ningún juicio de valor binario (bueno/malo) ya que está en cada quién cómo elaborar el modo de ubicarse en la intersubjetividad, del mismo modo que está en cada quién elegir de qué lado de la historia pararse: del lado de los opresores o de los oprimidos. La diferencia siempre es clara.

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Samanta Fink

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