El “estar” en la cultura
Otra mirada de la usabilidad
El ser humano es el único ser vivo que en su interacción con la naturaleza, produce cultura. Partiendo de esa base, es un ser bio-psico-social. Esa es la definición antropológica del ser humano. Estamos fuertemente influenciados por nuestro modo de adaptarnos al entorno para sobrevivir e idealmente prosperar en la existencia mediante la reproducción. La cultura puede entenderse como el artificio necesario e inevitable que instrumentamos para dar sentido e interactuar con el entorno y los seres que lo co-habitan.
La usabilidad no es para nada una novedad así como tampoco la tecnología es signo de modernidad. Tecnología, propiamente dicha, es la que aparece ante la evidencia arqueológica que data de hace entre 300.000–400.000 años en la cueva Qesem, a 12km de Tel Aviv, Israel, la chispa primigenia que encendió el primer fuego. Fueron los Homo Sapiens y los Neanderthales los iniciadores de la domesticación o control del fuego, algo así como los Da Vinci del paleolítico medio.
Un toque antes, durante el paleolítico inferior (algo más de hace 2 millones de años antes del presente) el homo hábilis dio origen a la industria lítica (sí, industria, de objetos de piedra) que evolucionó del modo técnico 1 llamado olduvayense al modo técnico 2, el achelense, por las zonas de su descubrimiento arqueológico (La garganta de Olduvai en Tanzania para el modo 1, y el valle del Rift y Saint Acheul para el modo 2).
Existe la hipótesis de que el comienzo de la industria lítica marca un salto cualitativo en el proceso de hominización, considerando al homo hábilis como el primer homínido del género Homo como una especie distinta de sus antecesores.
La lasca lítica (desprendimiento filoso de piedra) del siguiente video corresponde al modo técnico 2 achelense por su iteración bifaz: los homo hábilis se avivaron de que si cascaban las piedras de ambos lados podrían cortar y rasgar mejor las carnes de los mamíferos que formaban parte su dieta. ¿Usable? Depende desde dónde se lo mire, para los homo hábilis sí, lo cierto es que esa cosa cortaba feo y los principios de ergonomía se estaban explorando en condiciones en las que ningún diseñador industrial, por más disruptivo o aventurero que sea, podría producir hoy día.
Ahora bien, el video habla de la apreciación belleza como mecanismo adaptativo para la supervivencia desde una perspectiva evolucionista. Cabe aclarar y reponer el enfoque relativista frente al determinismo que el evolucionismo suele promover como interpretación lineal; cada cultura produce y aprecia la belleza a su manera desde su cosmología y el valor que le dan a los signos que están comunicando y transmitiendo. Hola diversidad cultural.
Usabilidad y cultura
La definición de usabilidad según la Interaction Design Foundation (IDF) es:
“Usability is part of the broader term “user experience” and refers to the ease of access and/or use of a product or website. A design is not usable or unusable per se; its features, together with the context of the user (what the user wants to do with it and the user’s environment), determine its level of usability.
The official ISO 9241–11 definition of usability is: “the extent to which a product can be used by specified users to achieve specified goals with effectiveness, efficiency and satisfaction in a specified context of use.”
La base está. Ahora, la idea de usabilidad no es para nada contemporánea y se remonta a los orígenes de la ergonomía, la disciplina del diseño que estudia la diversidad de espacios donde se realizan las tareas, herramientas y tareas, de manera que tengan relevancia y coincidan con las múltiples características fisiológicas, anatómicas, psicológicas y las capacidades de las personas.
Claro que los homo hábilis no habían cursado morfología en la FADU y se encontraban en el pantano a hacer una fogata, pero sí, desde su desarrollo motriz y de pensamiento abstracto producto del incremento de masa encefálica luego de transcurridos millones de años de evolución, podían imaginar cómo podía ser una lasca para rasgar y cortar carne y lo hacían con sus propias manos, como una extensión de sus extremidades.
Como la historia está viva y no es un tiempo muerto (como en los manuales escolares) la ergonomía fue producto de los cambios de perspectiva y consciencia social de sus desarrolladores y pensadores; en 1920, ya establecida y legitimada por todos lados la etapa industrial, surge la sociología industrial como necesidad de estudio de un paradigma donde las personas eran adaptadas a las máquinas. En 25 años, para 1945, se dio un giro de 180º hacia la perspectiva donde las máquinas debían ajustarse a las personas de la mano del surgimiento de la psicología de la ergonomía.
Así es como la ergonomía, en tanto disciplina, implica una mirada centrada en las personas, aunque la pregunta que cabe aquí quizá sea ¿para qué personas? Quiénes, específicamente. En 1920 se privilegiaba a los empresarios industriales en detrimento de la clase trabajadora, que sería reivindicada hacia 1945. En los equipos UX se sabe que cuando se desarrolla u optimiza un producto se beneficia a un segmento de usuarios…pero otros segmentos quedan relegados a un segundo plano o directamente olvidados. Prioridades. De negocio. Política (como siempre).
El malestar en la cultura
En medio de la transición de la mirada de la ergonomía, en 1930 Sigmund Freud escribía “El malestar en la cultura” donde sentó las bases de considerarnos limitados por nuestro cuerpo, es decir, sin la ayuda de “prótesis” como los lentes para mejorar la vista, los libros para ayudarnos a conocer y memorizar, o las grúas para levantar peso que no podríamos levantar por sí solos, no podríamos aminorar el malestar que las limitaciones de nuestro cuerpo nos impone, sin embargo, la cultura — como todos esos artefactos protésicos desarrollados — tampoco disminuye nuestro malestar, ya que hay otro factor que implica un límite a la satisfacción de nuestras pulsiones: los otros.
Los otros aparecen como un obstáculo a la satisfacción de nuestras pulsiones — goce pulsional — y la manera de sobrellevar la angustia de tales limitantes es mediante el desenvolvimiento social en y a partir de vínculos afiliatorios como la familia, una institución política, religiosa, o empresarial. Es decir, que nos vinculamos (entre semejantes) para lidiar con el malestar en la cultura que es inevitable en nuestra condición humana, un mecanismo de defensa construido para fallar.
La usabilidad viene a intentar ayudar al desarrollo de artefactos que nos permiten superar las limitaciones de nuestro cuerpo acercándose a la compresión los contextos de uso y nuestra psicología; intenta porque, la estructura psíquica — aquello que nos hace humanos — siempre opera en favor del deseo, que puede jugar a favor o en contra del sujeto y es imposible de controlar. Se llama castración.
Pensar que la usabilidad y la ergonomía mejoran la calidad de vida en el uso de los artefactos que desarrollamos para lidiar con nuestras limitaciones biofísicas es obviar un poco su impacto psicológico dentro de un marco sociocultural que determina su adopción y desarrollo. Esta cuestión que se abre a preguntas y se aleja del encierro de la certeza también es partícipe del malestar en la cultura y lo que nos mantiene motivados para seguir trabajando y pensando en la usabilidad y sus implicancias.
¿Qué quiero decir con esto? Amiguémonos con la falta y la duda y preocupémonos ante la amenaza de la fetichización de lo concreto, del dato “duro” por ejemplo, ya que no nos permitirá dar el siguiente paso creativo en nuestro transcurrir en la cultura.